jueves, 30 de junio de 2011

El apoyo mutuo según Kropotkin

El estado entendido como un conjunto de instituciones que poseen el poder para regular la vida cotidiana de las personas se contrapone con el concepto de anarquismo. El estado en primer lugar mantiene una jerarquización en la sociedad. Mediante la jerarquía establece la autoridad y ejerce el control social. El anarquismo sostiene que los seres humanos poseen la capacidad para autoorganizarse y poder responder a sus propios intereses y problemáticas de cada uno mismo y de la sociedad en la que se encuentran sin tener que recurrir a otras personas que posean mayores privilegios que el resto. El anarquista entiende que mediante la cooperación y la ayuda mutua entre las personas como iguales y sin rangos sociales de autoridad se lleva a cabo una sociedad libertaria.

Existen diferentes tipos de vista para entender el anarquismo. Sin embargo uno de los que creó una gran polémica fue el comunismo libertario o anarcocomunismo. Esta vertiente fue desarrollada por el ruso Piotr Kropotkin el cual fue influenciado por el espíritu positivista y naturalista de su tiempo. Darwin con su teoría de la evolución repercutió en las ideas posteriores de Kropotkin. “Por eso Darwin tuvo perfecta razón cuando vio en las cualidades sociales de los hombres la principal fuerza activa de su desarrollo máximo”.[1] Bajo el punto de vista de Piotr Kropotkin el ser humano ha evolucionado a lo largo del tiempo a través de la ayuda mutua, a sí como otras especies animales.

“Darwin comprendió también que los monos que viven aislados nunca podrían haberse desarrollado en seres antropoides, y estaba inclinado a considerar al hombre como descendiente de alguna especie de mono, comparativamente débil, pero indefectiblemente social, como el chimpancé, y no de una especie más fuerte, pero insociable, como el gorila.”[2] Mediante esta afirmación apoyada por las teorías darwinianas Kropotkin hace ver cómo lo que nos ha hecho progresar a lo largo del tiempo es nuestra capacidad de socialización y la solidaridad, y no la individualidad y el egoísmo.

Voy a centrarme en una de las obras Kropotkin donde expone su punto de vista respecto a la evolución de los seres vivos y como sin la ayuda mutua esta evolución no podría haberse producido: “Sin esa solidaridad del individuo con la especie, nunca el mundo animal se hubiera desarrollado ni perfeccionado. El ser más adelantado en la tierra, sería aún uno de esos pequeños grumos que flotan en las aguas y que apenas se perciben con el microscopio. No existirían las primeras agregaciones de células.”[3] El ser humano como individuo aislado es débil y necesita unirse a otros en colectividades para enfrentarse a los problemas que la naturaleza le presenta. El desarrollo de la humanidad se explica mediante este hecho. Sin la ayuda mutua el ser humano no hubiera podrido sobrevivir al medio, al igual que otras especies que se encuentran hoy en nuestros días. Es por ello que a través de este apoyo mutuo y de la solidaridad los seres humanos hemos podido sobrevivir hasta la actualidad.

Mediante la socialización primaria los seres humanos a partir de los padres y de los familiares más cercanos aprendemos comportamientos sociales para poder actuar de acuerdo a la sociedad. Esta socialización es la primera forma de apoyo mutuo que nos encontramos al nacer. Ya que a partir de estas pautas que recibimos de nuestros padres hacen que podamos sobrevivir pues son un claro elemento de ayuda para nuestra futura forma de relación con los demás seres humanos que convivirán con nosotros.

El apoyo mutuo también se puede observar en la forma que tiene el ser humano de relacionarse entre sí. Los seres humanos nos apoyamos en los demás individuos de la sociedad que conviven con nosotros para llevar a cabo nuestras actividades a lo largo de toda nuestra vida.

A partir la ayuda mutua y la solidaridad que Kropotkin entiende como “natural” para el desarrollo y la evolución de la vida, comienza a cuestionarse la forma mediante la que se encuentra organizadas las sociedades modernas. Desmiente de igual forma mediante datos históricos la teoría de que el estado es necesario para la organización de las sociedades humanas basándose en las distintas formas de organización comunal que se han dado a lo largo de toda la historia de la humanidad. Según su punto de vista el momento donde se “aplastan” las comunas es en el S. XVI.

Kropotkin a través de los estudios de civilizaciones pasadas y actuales denominadas “primitivas” o “salvajes”, pone de manifiesto y las compara con la organización de las sociedades actuales en las que vivimos.

Las sociedades en un principio estaban compuesta por clanes donde la importancia de la supervivencia residía en el grupo. De esta forma todos los que se encontraban dentro del grupo se sacrificaban por y para el. Cualquier comportamiento u acto que cada individuo realizara en el grupo influía en toda la tribu o clan. Estaban dirigidos por normas o reglas basadas en supersticiones y en la religión. Es por ello que cada uno de estos individuos tiene por tanto una serie de autolimitaciones que vienen impuestas por la propia cultura y que les lleva, entre otras cosas, a sacrificarse por el bienestar propio y del grupo.

“Si el salvaje accidentalmente ha herido a alguien de su propio clan, y de tal modo ha cometido el mayor de los delitos, se convierte en hombre completamente desdichado: huye al bosque y está dispuesto a terminar consigo si la tribu no lo absuelve de la culpa. Provocándole algún dolor físico o vertiendo cierta cantidad de su propia sangre.”[4]

En esta afirmación Kropotkin expone la idea del ostracismo en una comunidad. Es decir, desterrar al individuo para asegurar el bienestar de la sociedad en la que se encuentra al realizar un acto desdeñable que se considera como negativo por las personas que se encuentran en la agrupación en concreto. Es por ello que ningún individuo querría cometer un delito grave en estas comunidades ya que la soledad y la indiferencia que le propinaría la sociedad en la que se encuentra, acompañada a su vez de vergüenza y culpabilidad, haría que este hecho provocará en el sujeto suficiente castigo para no llevar a cabo un acto nocivo para los individuos que conviven con el. Igualmente la no necesidad de hacerlo, a no ser por una causa en concreto, hace que los asesinatos no se lleven a cabo de forma habitual sino en casos excepcionales de supervivencia o de venganza por motivos graves.

Por otro lado Piotr Kropotkin entiende como un acto positivo de evolución y renovación en la humanidad los hechos históricos que surgieron cuando el imperio romano decayó y fue destruido. Y defiende que: “todo nuevo surgimiento comenzaba siempre desde la misma organización tribal de las sociedades salvajes”[5].

Kropotkin explica la caída del imperio romano a partir de la migración de los bárbaros como un acto de supervivencia, ya que las personas que se encontraban en estas zonas de Asia se quedaron sin recursos naturales. La desecación de ríos y lagos dio lugar a grandes migraciones de personas que se entremezclaron entre sí. En palabras de Kropotkin: “La tierra se identificaba con los habitantes. En lugar de las uniones anteriores por la sangre, crecieron las uniones territoriales, y esta nueva estructura evidentemente ofrecía muchas ventajas en determinadas condiciones.”[6].

Por otra parte en estas comunidades la tierra era propiedad de toda las personas que en estas sociedades se encontraban, y la acumulación privada de riquezas se obtenía por los lazos de parentesco, es decir, se podían obtener riquezas a partir de la herencia de los objetos de los antepasados de cada familia. Los delitos que se cometían en estas comunidades eran castigados de diferentes formas. Si se producía un delito grave, es decir, un asesinato de uno de los miembros del clan, el castigo era más severo por parte de toda la comunidad. Esta forma de actuar se asemeja de igual forma a cómo respondían o pueden responder los “salvajes” hacia tales hechos. En palabras de Piotr Kropotkin: “Los bárbaros consideraban que todo homicidio debía implicar la muerte del homicida. La familia ofendida debía cumplir, ella misma, la sentencia pronunciada o a virtud del derecho común; es decir, matar al homicida o a alguno de sus congéneres, o producir un determinado género de heridas al ofensor o a uno de sus allegados.”[7]

En la Edad Media comienzan a forjarse asociaciones o hermandades de mercaderes en las ciudades europeas. Estas asociaciones se denominan guildas y fueron creadas entre personas que compartían una serie de actividades en común para darse protección y apoyo entre ellos. Estas a su vez tenían una serie de reglas que les hacían compartir una serie de libertades comunes y derechos. Los personas que formaban parte de estas guildas se consideraban como iguales. Tenían propiedades en común y en el caso de que surgieran confrontaciones entre ellos solucionaban los problemas que surgían formando tribunales internos donde se juzgaba la importancia del delito. Dependiendo de la gravedad de la infracción consensuaban una manera de afrontar la situación que se producía. Para Kropotkin las guildas eran una prolongación de los clanes. Kropotkin explica el resurgimiento de las asociaciones comunales en la Baja Edad Media por el siguiente motivo: “Bajo la creciente diversidad de ocupaciones, oficios y artes, y el aumento del comercio con países lejanos, se requería una forma de unión que no había dado aún la comuna aldeana, y este nuevo elemento necesario fue encontrado en las guildas.”[8]

Por otro lado las guildas podían ser duraderas o por el contrario podían crearse para solucionar un problema y disolverse cuanto este problema fuera resuelto. Guildas o asociaciones se dieron lugar entre los siglos XI y XV y su función era buscar el apoyo mutuo de aquellas personas que se encontraban en situaciones determinadas que les llevaban a unirse por medio de la asociación para llevar a cabo sus actividades de una forma más “llevadera”. Se podría decir que las guildas además de autoorganizarse ellas mismas, también se autogestionaban. En palabras de Piotr Kropotkin: “La guilda de artesanos de aquellos tiempos vendía por sí misma los productos que sus miembros elaboraban, y compraban en común las materias primas para ellos, y de este modo sus miembros eran, al mismo tiempo tanto comerciantes como artesanos.”[9]

Kropotkin defiende las ciudades de la Edad Media ya que considera que a lo largo de estos siglos las ciudades eran “libres”. No se encontraban dentro de un Estado sino que estas mismas por así decirlo formaban un Estado independiente. Las ciudades de la Edad Media estaban formadas por alianzas y federaciones entre sus vecinos. Los asuntos políticos eran llevados a cabo por una asamblea popular democrática o lo que Kropotkin denomina como “familias notables” de comerciantes o de nobles a las que era adjudicado el poder o arrebatado por ellos.

Cuando el estado comenzó a intervenir en las ciudades, agrupándolas y unificándolas. Confiscando las tierras y la propiedad de las guildas, y acabando con su independencia de compra-venta. Comenzó a establecer su propia burocracia y su control, dejando a un lado el poder que podía tener las guildas de autoorganización.

“Toda comuna aldeana cayó gradualmente bajo el yugo de algún señor laico o clérigo. La casa de tal señor poco a poco se transformó en castillo, y sus hermanos de armas se convirtieron entonces en la peor clase de vagabundo mercenarios, siempre dispuestos a despojar a los campesinos.”[10] A partir de la intervención del Estado en todas las ciudades se empezó a producir la toma del control de la ciudad por parte de los señores.

Como anteriormente he explicado, el estado confisco las tierras y acabo con la independencia de los mercados. Estableció su propia burocracia y para eso también era necesario tener un control activo de cada ciudad por lo que nombro a personas afines como “controladoras” de esas ciudades medievales.

Por esa razón Kropotkin opina que la comuna aldeana “cayó”, ya que se dio el poder de control a unos pocos para que regularan todas las actividades de cada ciudad. Comenzaron entonces a expandir su doctrina, según Kropotkin: “Los jurisconsultos y el clero comenzaron a enseñar, desde el púlpito, desde la cátedra universitaria y en los tribunales, que la salvación de los hombres se encuentra en un estado fuertemente centralizado, sometido al poder semi-divino de uno o de unos pocos; que un hombre puede y debe ser el salvador de la sociedad, y en nombre de la salvación pública puede realizar cualquier acto de violencia.”[11]

A partir de la presión que el Estado reforzó para convencer a todas las personas que se encontraban con anterioridad a las comunas medievales, la población fue cambiando su mentalidad por la violencia y la represión que el Estado ejercía sobre ellos a partir de la Iglesia católica y los nobles que infundían los castigos mentales y corporales a los habitantes. Piotr Kropotkin explica esta aceptación del poder por parte de las personas de esta manera: “Lo ciudadanos comenzaron a encontrar que ningún poder puede ser desmedido, ningún asesinato lento demasiado cruel cuando se trata de la seguridad pública. Y en esta nueva dirección de las mentes, y en esta nueve fe en la fuerza de un gobernante único, el antiguo principio federal perdió su fuerza, y junto con él murió también el genio creador de las masas.”[12]

Para finalizar Kropotkin hace una crítica hacia la falta de unión con el campesinado en estas sociedades comunales de la Edad Media. Las guildas eran asociaciones donde funcionaba el apoyo mutuo entre sus miembros pero buscaban únicamente su propio beneficio y enriquecimiento propio. No contaron con la ayuda que podían ofrecerles los campesinos y dejaron de lado a este sector de la población y que provocó que los señores feudales se hicieran con el poder de las tierras y los bienes. En palabras de Kropotkin: “Separándose de los campesinos labradores, aplicaron estos principios a la vida de una manera que no fue suficientemente amplia, y privadas del apoyo de los campesinos, las ciudades no pudieron resistir la violencia de los reinos e imperios nacientes.”[13]



[1]El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 71

[2]El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 58

[3]La moral anarquista (Piotr Kropotkin) p. 114

[4] El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 71

[5] El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 74

[6] El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 75

[7] El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 80

[8] El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 94

[9] El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 103

[10] El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 106

[11] El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 115

[12] El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 115

[13] El apoyo mutuo (Piotr Kropotkin) p. 110

miércoles, 8 de junio de 2011

Colores en el ritual ndembu

En el ritual ndembu la representación de los colores se encuentra integradas por tres colores representativos: el blanco, el rojo y el negro. Turner defiende que los colores no necesariamente representan a un sexo determinado. “No existe una correlación fija entre colores y sexos. El simbolismo del color no tiene connotaciones directamente sexuales, aunque en situaciones específicas el rojo y el blanco pueden representar la oposición de sexos” (Turner, 1980: 67).
Los tres colores anteriormente citados son representados por los ndembu a través de tres ríos: el “río principal” o “río de la blancura”, el “río de aguas rojas” y el “río de aguas negras”. Turner da una explicación sobre la carga simbólica que se dan a estos tres ríos, y también a sus respectivos colores. La carga simbólica que se les da, denota la importancia de establecer estas simbologías que surgen a partir de las necesidades biológicas de los cuerpos de los individuos. “Si hombres y mujeres tienen que engendrar y parir, amamantarse y efectuar determinadas excreciones, deben entablar entre sí relaciones que quedan impregnadas por la tensión afectiva de esas experiencias. Estos y no otros son los procesos que los ndembu denominan «ríos», que fluyen de la naturaleza interna del hombre” (Turner, 1980: 100).
En el ritual mukanda y mung’ong’i, que es el ritual de paso para los varones de la tribu (circuncisión), se enfocan estos ríos de la siguiente manera: el color blanco, que representa al “río de la blancura”, es el poder generativo masculino (el semen). El “río de aguas rojas” representa el cruce de las sangres que se dan entre una mujer y un hombre y que da lugar a una nueva vida. Y el “río de aguas negras” que representa la muerte (en sentido positivo de cambio y renovación). Por otra parte aunque, en este caso, este ritual esté enfocado al ámbito iniciativo en lo masculino, Turner explica como uno de los informantes le aclara que igualmente la leche de la mujer se considera de vital importancia. Mediante el semen el padre transfiere el alma al niño, y mediante la leche la madre alimenta al niño. “La leche de la mujer es blanca también, y el árbol mudyi. Resulta así que el katooka o río blanco tiene una significación bisexual, representando a la vez el semen y la leche. Los símbolos blancos, pues, pueden referirse por igual a objetos masculinos o femeninos.” (Turner, 1980: 71 - 72).
Lyndon Harries, por otra parte, encontró otros informantes que le revelaron tres cosas simbólicas que se les enseña a los novicios: la pureza sexual que se simboliza a través de la harina blanca, la enfermedad sexual debido a la impureza y que está representa con carbón, y la menstruación mediante medicina inumbati (goma o corteza de árboles).
Tratare ahora el simbolismo que representa el color negro: la muerte (ku-fwa). Desarrollo el simbolismo que se confiere al color negro ya que mi visión cultural judeo-platónica[1] acerca de la muerte, es radicalmente diferente al punto de vista de los ndembu. “Para los ndembu, generalmente, morir significa alcanzar el final de un determinado estadio de desarrollo, alcanzar el término de un ciclo de crecimiento. Cuando una persona muere permanece activa” (Turner, 1980: 79). Por otra parte, en los ndembu existe una semejanza entre el sentimiento de muerte y el de renovación o maduración. Esto es así cuando se producen los ritos de paso entre los niños y las niñas a edad adulta, cuando en el cuerpo y en la mente se produce un cambio sustancial. “Así, por ejemplo, cuando una muchacha tiene su primera menstruación, los ndembu dicen «wunakuli dehi», «ha madurado», y la misma observación se hace cuando ocurre su primer embarazo y cuando da a luz su primer hijo” (Turner, 1980: 79). Esta transformación o renovación de la vida se puede observar en el ritual del mukanda donde se produce la circuncisión de los novicios. “Cuando los novicios vuelven con sus madres tras el período de reclusión, golpean sus cabezas con dos varas mientras son conducidos por sus guardianes rituales (yilombola). Estas varas están decoradas con bandas alternas blancas y negras, que según los informantes representa la vida y la muerte.” (Turner, 1980: 80).
El color negro simboliza también la pasión sexual ya que representa la oscuridad de la noche. En la noche hay menos visibilidad y es donde se desarrolla esta pasión sexual. “La pasión sexual se halla asociada con la oscuridad y también con el secreto. De aquí que el negro represente lo que está oculto (chakusweka, chakujinda) y es además objeto de deseo”. Turner así mismo refleja uno de los pasos el ritual nkang’a donde se resaltan los genitales de las novicias con el color negro. “Durante el período de reclusión de las mujeres de más edad toman la corteza ennegrecida de determinados árboles, tales como el árbol mudyi, y pintan de negro con ella la vulva de las novicias” (Turner, 1980: 81).



[1] Término para llamar de otra forma a la sociedad "occidental".

La selva de los símbolos, Victor Turner.

viernes, 27 de mayo de 2011

Cuidándolos


Hay razones prácticas por las que uno podría decidir no tener hijxs. Como padre te diré que lxs hijxs son difíciles de criar, pierdes movilidad y libertad de hacer lo que te de la gana, pero hay más, también pierdes el juicio. Al tener hijxs experimentas algo parecido a la muerte ya que tanto a la vida cómo a la muerte se llega por la misma puerta, la recién nacida viene de lo desconocido, el muerto va hacia lo desconocido, extremos que se tocan. Cuando nace tu primer hijx no es extraño sentirse tan perdido y confuso como si hubiese muerto alguien a quién querías, de hecho eso es exactamente lo que ha ocurrido, tú, has muerto.

El niño pequeño es un tornado que entra en tu vida y sistemáticamente destruye la mayoría sino todas las bases de tus esquemas mentales y emocionales, se carga tus deseos, tus hábitos, tus necesidades, tu manera de hacer las cosas y tu paciencia. Es una dosis de irracionalidad ininterrumpida que llega justo cuando menos creías que algo así pudiese existir. Es una enorme cantidad de caos y comportamiento visceral contenido en un pequeño cuerpo humano, todo instinto, sin tiempo para la razón ni espacio para la negociación. Se dice que los recién nacidos llegan al mundo sin contaminar y creo que es cierto: son humanos no domesticados, naturalmente salvajes, y de ninguna manera van a engranar en la máquina si se mantienen así. Es por ello que a lxs padres/madres el sistema nos coacciona para que enjaulemos, aterroricemos, torturemos y envenenemos a nuestrxs hijxs, única manera de que entren en el molde, bajo amenaza de estar arruinándoles la vida si no lo hacemos o, directamente, bajo amenaza de que en caso de no colaborar con el sistema en ese sentido, nos los quiten.

Una vez el niño ha nacido llega la hora de cuidarle en todos los sentidos, una tarea enorme que
le dará a esta nueva persona puntos de referencia para todo en su vida, desde su personalidad hasta sus emociones, valores, y relaciones con los demás. Los humanos hemos cuidado de nuestros pequeños desde el principio de los tiempos, la manera en que lo hemos hecho va más allá de toda cultura y tiene rasgos universalmente comunes en todo el planeta en lo que respecta a como nos ocupamos de las principales necesidades de los bebés humanos tales como proveer alimento, seguridad, protección y amor. Grandes cambios en la manera en que lxs madres/padres cuidan a sus hijos han sido introducidos por la fuerza desde la revolución industrial, estos cambios afectan a todas las partes importantes y fundamentales de la vida y nos empujan hacia la domesticación pero sin embargo chocan frontalmente con nuestros más básicos instintos naturales. Este choque entre maneras naturales y maneras artificiales de vivir la crianza se traduce en madres/padres e hijxs estirando desde diferentes extremos de la cuerda, lxs padres/madres estiran hacia la domesticación porque es hacia donde el sistema y la sociedad industrial les empuja con fuerza, lxs hijxs estiran hacia una relación instintiva, natural y profunda con sus madres/padres porque es por donde sus instintos naturales les llevan. El resultado de este choque rápidamente evoluciona en una guerra entre padres/madres e hijos, y como en cualquier guerra solo hay una premisa: destruir o ser destruido.

Para madres/padres que estén buscando un aliadx, el sistema provee expertxs en domesticación, técnicas y argumentos para usarlas. Incluso más importante, la sociedad tecnoindustrial ofrece apoyo moral que actúa como recordatorio constante de lo que es correcto, de esta manera los padres/madres nunca osarán dejar su lucha contra sus hijxs por no defraudar a la sociedad que les rodea. Una madre/padres raramente se encontrará sola cuando intente domesticar a su hijx, a los ojos de la sociedad la niña siempre se equivoca. Por otra parte una madre/padre que escuche los deseos salvajes de su hijx no tendrá ningún tipo de apoyo moral/social y la sociedad se referirá a ella como un padre/madre débil e irresponsable que está malcriando y arruinando la vida de su
hijx. Para la madre que domestica y en caso de que su hijx se resista demasiado o por demasiado tiempo el tecnosistema y la sociedad proveerán medicación psiquiátrica para el niño, argumentos a favor de la misma e impunidad legal sobre las consecuencias de su uso (ver www.ritalindeath.com para más información).

Unx no obedece ni acata órdenes de manera espontánea, estamos hechos para hacer, pensar y decidir por nosotrxs mismxs, idóneamente dentro de una comunidad pequeña a la que estemos profundamente vinculados a todos los niveles importantes. Para que un ser humano obedezca por sistema hay que romper su voluntad, y para que esto ocurra hay que hacerlo a bien temprana edad, idóneamente cuando se está formando la persona. Bien es sabido entre los domadores de mamíferos que la domesticación de un ejemplar adulto es muy dificultosa, a veces imposible, y en cambio la de un bebé es mucho más plausible. La especie humana no es diferente en ese sentido.

La lista de acusaciones contra el tecnosistema en lo que respecta a la crianza sería demasiado larga como para incluirla en este artículo, a modo de ejemplo nombraremos tan solo un objeto tan cotidiano y aceptado en la sociedad tecnoindustrial que ha llegado a parecer algo totalmente natural, la cuna. Las sociedades ajenas al tecnosistema no tienen, y no porqué sea difícil de construir o concebir ¿Qué es lo primero de lo que te das cuenta en una cuna? Parece una jaula. No importa cuán tierna y dulcemente estén pintados los barrotes, siguen siendo barrotes y están puestos verticalmente con un solo propósito, impedir que el preso escape. Si no fuese por los barrotes, o si estos estuviesen puestos horizontalmente, tu hijx dejaría la cuna y se acercaría a ti. El propósito fundamental de la cuna es separarte de tu hijx para contribuir a romper el nexo madre/padre-hijo y crear así frustración en ambxs, sustrato excelente para que germine la obediencia. Así que cuando llore con sus brazos tratando de alcanzarte a través de la jaula rogándote que lo tengas en brazos, cuando llore sin entender porqué está encerrado ni que es más importante para papá/mamá que su propio hijx puedes proceder a enseñarle su primera lección sobre civilización moderna e hipocresía y decirle dulcemente “cariño, es por tu seguridad”.

Como no podía ser de otra forma, la propuesta para deshacernos de lo salvaje que traen nuestrxs hijxs es un método científicamente diseñado de coerción que se debe seguir cuidadosamente. Estos métodos son muy similares a los que se usan en un zoo, una granja industrial o una celda de castigo: se aísla al individuo y se toma el control sobre todas sus necesidades hasta que consigues doblegar su voluntad. Tomas todas las decisiones por él, decides cuando come, dónde come, que come y cómo lo come, lo mismo se aplica al sueño, la seguridad, el amor, la diversión, la mierda... y nunca prestas atención a lo que el sujeto tiene que decir. Esto hace de la crianza algo violento, ya sea psicológica o físicamente. La violencia es una parte de la naturaleza, eso ya lo sabemos, pero madre/padre e hijo deberían estar siempre luchando en el mismo bando en lugar de luchar la una contra la otra como lxs expertxs pretenden. El bebé es el que más puntos tiene de perder esta batalla ya que confía en el padre/madre, es más débil, más pequeñx y tiene menos experiencia, pero incluso estando en obvia inferioridad está dispuestx a librar una enorme batalla, lxs bebés humanos son un gran ejemplo de perseverancia y deberían servirnos de recordatorio de lo que estamos hechos y de nuestra capacidad de lucha.

Una vez frustrados los instintos básicos más naturales del individuo el camino para frustrar todos los demás aspectos de su vida y sus deseos queda muy allanado. Irónicamente de todas estas tareas nos ocupamos inconscientemente lxs progenitorxs. Así, frustración forzada tras frustración forzada la niña acaba por no decidir absolutamente nada que afecte de manera importante a su vida, solo asuntos sumamente triviales, todas las decisiones relevantes las toma alguna autoridad por él.

Un punto innegociable para el sistema es que las familias deleguen la formación de sus hijxs en manos de “expertxs”. Se presupone que estos expertxs saben mejor que la mujer/padre que es lo que más le conviene al niño, y por supuesto la voz y voluntad de la niña no cuentan, aunque sea su vida de la que estamos hablando. Este no es un tema que ataña sólo a lo académico; la moral, la ética y los valores, junto con lo que en general se llama “comportamiento” (léase, saber obedecer) son puntos estratégicos que el tecnosistema tiene que conquistar para seguir desarrollándose, el nivel de estabilidad necesario para que todo funcione correctamente es tan elevado que se requiere uniformidad incluso en estos asuntos tan privados y personales como estos.

La frase que hemos citado al principio de este texto es totalmente cierta, el abusador de menores, al igual que el tecnosistema, siempre busca a la niña más perfectamente obediente, no al que piensa por sí mismx o al que tiene una fuerte autoestima. Su víctima ideal es aquel que dice sí a todo y acata sin rechistar y sin oponer resistencia, una persona tan repetidamente frustrada que se ha acostumbrado a obedecer y a no cuestionar nada, a no tener el control sobre su vida y que, de manera lógica, cuando crezca intentará transmitir esos mismos valores degenerados a su entorno.

Por nuestra parte todos lxs que somos madres y padres criadxs dentro de este circo tenemos mucho trabajo por hacer, la cantidad de egoísmo y respuestas autoritarias que se nos ha enseñado durante toda la vida salen a la luz cuando es la hora de decidir si tú y tu hijx hacéis lo que tú quieres o lo que él quiere. La inercia social te hace escoger casi siempre a favor de tus propios deseos, solo depende de ti cambiar el curso de la inercia social. Cuando pones tus deseos primero el niño rápidamente es vistx como alguien que no te deja hacer las cosas que tú quieres o de la manera que quieres hacerlas, los humanos no domesticados no ceden con facilidad, es simplemente la manera en la que estamos hechos. Este tipo de conflictos se pueden convertir en una guerra de trincheras o pueden ser usados por los padres/madres como una oportunidad para romper con la cultura impuesta por el tecnositema y descubrir así de que estamos hechxs realmente los humanos y como nos relacionamos lxs unxs con lxs otrxs, un viaje a lo desconocido (para nosotrxs gente civilizada) sin la necesidad de seguir patrones establecidos.
Antes de acabar queremos recordarte que tu hijx no es estúpidx. Puede que sea pequeñx, débil y esté necesitadx, pero no es estúpidx, y tú tampoco lo eres. Tu hijx, al igual que todo ser vivo incluido tu mismx, sabe muy bien cuando tiene hambre, sueño o necesita un abrazo. No necesita que le enseñen cuando/ como comer, dormir, querer o incluso cagar, ningún animal lo necesita. Es muy difícil, casi imposible, cuadrar los biorritmos de tu hijx con tu horario de trabajo porque según la naturaleza no se supone que tienes que estar al servicio del sistema tecnoindustrial, sino que tienes que estar cerca de tu hijx. El sistema te necesita en tu puesto de trabajo lejos de tu hijx principalmente para que no construyas una fuerte relación con ella, si eso pasase podríais acabar considerando el sistema una amenaza para vuestra familia, encontrando un estilo de vida alternativo mejor para vosotrxs y enviando los valores centrales del sistema a tomar viento. Y si mucha gente hiciese eso el mundo seguro sería un sitio mejor pero el sistema estaría en serio peligro. Es por ello que un padre/madre trabajadora es el icono más venerado de nuestra época y una madre/padre que se queda en casa es vistx como alguien sumamente débil. Porque el padre/madre trabajadora “no ha sacrificado su carrera” (ha sacrificado a su hijx), ha sido leal al sistema y, lo más importante, sus vidas continúan exactamente igual que antes de vivir un parto, algo totalmente incomprensible fuera de nuestra cultura.


Publicación ANTITECNOLOGÍA nº1
http://www.antitecnologia.acracia.net/

lunes, 7 de marzo de 2011

Y ya está.
Late y palpita.