lunes, 15 de junio de 2009

A mi no me hablen de leyes y de imposiciones: de estados socialistas o fascistas porque me exaspera la represión y a los que tratan a la población como masa, como a un rebaño guiado por perros guardianes, y no como a individuos. No me hablen de nacionalismos enfermizos, ni de separaciones terrenales con grandes muros y vallas electrificadas. No quiero saber nada de obreros ni de patrones; de prostitutas y de chulos, de drogadictos y de narcotraficantes; Explotados y explotadores. No me hablen de muerte y de contaminación, ni de multinacionales y ONGs. No me hablen del consumo irracional y del capitalismo. No quiero que me coma la cabeza la tele con los telediarios, la publicidad y sus programaciones alienantes. No me hablen de ayudas humanitarias, y de guerras al servicio de la paz. No me intenten convencer de que sólo existe un tipo de alimentación: la cárnica; y de que no hay más alternativas alimentarias al sufrimiento, explotación y muerte de compañeros vivos. No quiero ni oír hablar de cánones impuestos y normas sociales absurdas. No quiero que me digan que el ser humano es malo, egoista y explotador por naturaleza. No quiero dictadores, gobernantes ni presidentes.

Quiero caos, quiero creación. Que la vida fluya, que muera lo enfermizo.