
Sus vientres se estremecían y estaban empapados de sudor y saliva. El la penetraba con anhelo mientras miraba sus ojos. Ella recibía sus penetraciones con ansia mientras le tocaba la cabeza y le besaba los labios. Eyaculó sobre su vientre mientras aguantaba la respiración; el corazón le latía con fuerza. Le palpitaba la barriga. Se desvanecieron en la mañana, en el suelo de aquella habitación.
Casémonos, mi amor.
ResponderEliminarMatadera.(A)